El show no puede continuar así
Nacional y Santa Fe disputaban un partido que, además de ser el que cerraba la tercera fecha de la liga local, recibía a los aficionados de Bogotá después de muchísimo tiempo de pandemia. Hinchas de todas las edades asistieron a la cita con su club. Los del verde y los del león, aparentemente prestos para disfrutar el espectáculo, coparon las localidades disponibles del Nemesio Camacho.
En el entretiempo comenzó la pesadilla. Barristas de Atlético Nacional comenzaron a violentar la tribuna familiar de Independiente Santa Fe. Sin considerar a niños, mujeres y personas mayores, atacaron con todo. Esto despertó la reacción de los barristas del cuadro capitalino y se rompió todo acto de razón y cultura. Trompadas, patadas y golpes se hicieron protagonistas de una noche que pintaba para fiesta.
Incluso invadieron la cancha y retrasaron el juego, que pudo reanudarse casi cuarenta minutos después. Y el problema también es ese: hoy la gente se sigue preguntando cómo es posible que, como si no hubiese pasado nada, Dimayor y las autoridades de la ciudad hayan permitido que se siga jugando. Cosa que no es casual ni sorprendente, pues en Colombia impera la cultura del the show must go on sin importar la falta de garantías y prioridades.
El resultado es lo de menos. Nacional ganó uno por cero en condición de visitante, pero el fútbol colombiano volvió a quedar en verguenza. El juego se desnaturaliza y comienzan a cobrar importancia, como debe ser, vídeos en los que hinchas son capaces de pisarle la cabeza a otro. No aprendemos más, y el show continuó.
